Magnicidio - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"

Magnicidio

 
El investigador examinó con parsimonia profesional el lugar de los hechos.
Aquel señor, tan alto, yacía tendido cuan largo era en el suelo de frías baldosas bicolores. Pese a todo, conservaba un aire de dignidad o tal vez de superioridad, que la muerte se empeñaba en eliminar con su perversa y antiquísima intención de igualarnos.
Un indicio, se percató que portaba la Cruz del Negro.
Muchos ya faltaban del lugar y los presentes optaron por permanecer en su sitio. Seguir escaqueándose no era lo más prudente, ya no servía de nada y delataría de inmediato al culpable. Entre los que allí quedaban estaba el matador, aquel que consumó el objetivo anhelado por su facción: el magnicidio.
«Premeditación, con toda seguridad. Alevosía y nocturnidad, tendría que analizar más» —pensó.
No se apresuraba, el tiempo ya no contaba. A todos aquellos altos dignatarios los estaba dejando de una pieza con su pachorra. No le importaba,él analizaba con objetividad. Calculaba distancias, fuerzas, intenciones, engaños, amenaza, posiciones y vías de escape, apoyos posibles, todo lo tenía en cuenta.
—Tú no has podido ser; aunque él estaba limitado de movimientos, tú eres pesado como un elefante persa y no serías capaz —dijo al obeso obispo.
—Sois fuertes y atléticos, capaces de vencer los obstáculos que se interponían. Pero para hacer esto hace falta inteligencia y sois brutos y leales como bestias. Tampoco vosotros—dijo a los dos nerviosos guardaespaldas.
Se fijó en los tres sirvientes que quedaban al final, estos no pertenecían a la clase alta. ¿Alguno de ellos, podía ser?¿Camuflados en su insignificancia y protegiéndose unos a otros? Dudó. Una chispa, como un rayo, iluminó su analítica mente. Tal vez…
Se acercó entonces a las dos señoras, gemelas idénticas, «femmes fatales», envueltas en sus blancas pieles de armiño. Su mirada, como daga afilada, penetro los hipnotizadores ojos de bruja de la más cercana. En ese instante compendió su más íntima naturaleza. El caso estaba resuelto.
—Estoy seguro que ha sido usted.
—    ¿Por qué yo? —dijo la dama.
—Eres un trasvertido. Elemental, podríamos decir, porque pertenece a los elementos de este juego. Hasta el penúltimo movimiento fuiste un simple peón. Has coronado en dama y…¡Jaque mate!

«Jabao»

Comentarios

Entradas populares de este blog

Alexandra Ortiz "La monicha", por mariana - Carmona XXX Concurso Nacional de Cante Flamenco

Carmona: Nevada 10 de Enero de 2.010

Flamenco: Mari Nieves Sanchez “Nieves Itoly”, por Polo Carmona XXXI Concurso Nacional de Cante Flamenco