LA VUELTA - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"
LA VUELTA
Consciente de que descendería a los infiernos lo hizo. El policía tomó su arma y salió. Por fin había reunido las fuerzas necesarias.
Hoy se enfrentaría a él. A pesar de todas sus reservas, sus dudas y sus titubeos, había llegado el día. Había intentado olvidarlo, pasar página, escapar, huir. Lejos, a un lugar donde su taladrante recuerdo ya no lo apresaría.
Sin embargo, aquella persistente imagen en su maldita cabeza lo perseguía. Estaba en su maleta, en su café de la mañana, en su cepillo de dientes. Allá donde fuera, seguía con él. Era como si un alegre viandante lo detuviera cada mañana para preguntarle. ¿Es suya esta culpa? Creo que se le acaba de caer. Así era. Una y otra vez, siempre la recuperaba.
Y es que aquel suceso ocurrido en 1984 era imborrable. Desde entonces, había vuelto cada tarde a la escena del crimen. No podía comprenderlo. ¿Por qué encontrándose allí no pudo evitarlo? ¿Por qué no había forma de consuelo? El remordimiento lo atormentaba o al menos eso decían los que cada atardecer contemplaban atónitos a un hombre con camisa blanca y uniforme vagar por aquel lugar donde un agente y su mujer fueron asesinados.
Pseudónimo:Inefable
Consciente de que descendería a los infiernos lo hizo. El policía tomó su arma y salió. Por fin había reunido las fuerzas necesarias.
Hoy se enfrentaría a él. A pesar de todas sus reservas, sus dudas y sus titubeos, había llegado el día. Había intentado olvidarlo, pasar página, escapar, huir. Lejos, a un lugar donde su taladrante recuerdo ya no lo apresaría. Sin embargo, aquella persistente imagen en su maldita cabeza lo perseguía. Estaba en su maleta, en su café de la mañana, en su cepillo de dientes. Allá donde fuera, seguía con él. Era como si un alegre viandante lo detuviera cada mañana para preguntarle. ¿Es suya esta culpa? Creo que se le acaba de caer. Así era. Una y otra vez, siempre la recuperaba.
Y es que aquel suceso ocurrido en 1984 era imborrable. Desde entonces, había vuelto cada tarde a la escena del crimen. No podía comprenderlo. ¿Por qué encontrándose allí no pudo evitarlo? ¿Por qué no había forma de consuelo? El remordimiento lo atormentaba o al menos eso decían los que cada atardecer contemplaban atónitos a un hombre con camisa blanca y uniforme vagar por aquel lugar donde un agente y su mujer fueron asesinados.
Pseudónimo:Inefable
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