Como Jacob bien sabia - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"
Era y es irónico que mi abuelo, llamándose Jacob le apelaran y le apodaran Cicerón - garbancito-, hubo sido, sin que quepa duda alguna, un gran hombre casi tan colosal y lato como las protuberancias de sus mayúsculas narices, que, como Quevedo diría por su superlatividad que, cómicamente, parecía que poseían vida propia. Totalmente autónomas e independientes eran sus napias.
La cuestión es que sus aguileñas narices, como de semita estereotipo, y anchas, como de romano modelo estándar, eran muy buenas para olerse problemas allá dondequiera que estuviera, empero, al contrario de lo que pensamos el vulgo y la grandísima mayoría de la población, la muerte, aunque no es inocua es indolora.
En fin, pero no hay desesperar, al igual que somos lo que comemos también somos lo que aprendemos y desde luego que sería un oprobio falsario, chabacano y badulaque afirmar que mi buen abuelo no sigue entre nosotros.
Porque como mi susodicho abuelo decía con proverbial sapiencia, la vida es como un plato de lentejas o lo tomas o lo dejas, y el nunca lo dejaría.
SEUDÓNIMO: Jota Megalo.
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