Carne de cangrejo. - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"

Carne de cangrejo.                                                


El pescador volteó con el remo algo ovalado y oscuro, parecido a un coco varado en el fango del pantano. “Mierda”, gritó al ver las facciones putrefactas de un ser humano. Un escalofrió recorrió su cuerpo e instantáneamente se agachó para vomitar repetidas veces por la borda del pequeño bote.
“Qué hacer”, pensó, “¿llamó a la policía?”. Parecía como si entablara conversación con otra persona diferente. “Estas loco y si te echan la culpa, mejor se lo digo a Paco, el sabrá que hacer”.
El bote del compañero estaba como a una milla de distancia. Paco siempre estaba por allí, lanzando sus redes cerca de la orilla pantanosa, en busca de rayas y chuchos.
“¿No te imaginas lo que descubrí en la orilla?”, le gritó a Paco cuando aun faltaban un par de metros por llegar. El viejo pescador siguió sentado en el bote con la vista puesta en  la red amontonada a sus pies.
“Encontré una cabeza podrida…de gente”, “¿Y se lo has dicho a alguien más?”, le preguntó Paco, poniéndose de pie con rapidez lo cual hizo tambalear la embarcación. “No, que va, quería que tú me aconsejaras sobre lo que me conviene”. “Primero vayamos al lugar que me dices”, le dijo y se sentó y tomó los remos en sus manos.
“Vayamos en el mío”. “Está bien”. Paco subió al bote de Juan y ambos se dirigieron hacia la misteriosa cabeza remando como si estuviesen en una competencia náutica. En todo el trayecto Juan hablaba sin parar sobre las posibles causas del descabezamiento y Paco solo lo escuchaba sonriendo ante sus locas versiones. “Qué si un tiburón…qué si la hélice de un barco…qué si un cangrejo gigante…que si…”
“Allí esta”, aseguró apuntando con el dedo lo que parecía una roca sobre la que descansaba una gaviota blanca. “Gracias por acudir a mi”, le susurró Paco al oído mientras le enterraba por detrás un largo y filoso cuchillo que le salió por el medio del pecho.
“Serás el octavo en ser sepultado en este pantano”. “Por qué”, le preguntó agonizando.
“Por la necesidad de capturar presas mayores”, le respondió sonriente su amigo el viejo Paco. 


Seudónimo:Carnicero.

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