UN ASUNTO TURBIO - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"

UN ASUNTO TURBIO

En una pequeña ciudad del Norte se había quedado a vivir Mohamed Cid. Llegó siendo un niño y tras dejar la escuela ingresó en la academia de la Policía de donde salió con el grado de Sargento. Tras unos pocos años en el cuerpo fué ascendido a Detective. En aquel momento sostenía el cuerpo sin vida de una
mujer, víctima de algún desalmado. Su equipo se desplegaba buscando pistas aunque ya era demasiado tarde para encontrar nada. Una tromba de agua había barrido la zona cubriendolo todo de barro en su retirada.

En la residencia de Elisenda Martínez-Hornimans, su marido recibió la noticia con estupor y respondió con esfuerzo al breve interrogatorio del detective Cid. No había denunciado su desaparición, pues su mujer, un cargo político importantísimo, viajaba frecuentemente y no le tenía al tanto de su agenda. Nada hacía pensar en un abandono.

Mohamed pasó el resto del día revisando archivos y haciendo algunas llamadas. La relevancia del personaje le hizo suponer que habría fuerte marejada. La última fué al forense. Había sido golpeada, violada y mutilada.

Salió de la Comisaría bien entrada la noche. Condujo hasta la sede del Partido rival poniendo la sirena a todo volúmen al llegar allá. Entró en el bar que se encontraba en la planta baja. De las risas y el buen ambiente con el que se encontró, sus preguntas las volvieron amenazas. Tuvo que escuchar una vez más aquello de “puto moro”. Pero ya había levantado la liebre.

La mañana siguiente transcurrió de bronca en bronca. Escapó de su oficina con una disculpa y se topó de bruces con Jimena García. Otra jóven y guapa detective a quien, como supo entonces, habían asignado como su compañera. Cruzaron a largas zancadas el edificio y ganaron la calle antes de que nadie pudiera detenerles.

En una cafetería cercana cambiaron impresiones Acordaron interrogar a los familiares de la presidenta fallecida. Era una familia, en apariencia normal, pero profundamente desestructurada. Después irían a por su entorno laboral. Usarían el viejo truco de “Poli bueno-poli malo”.

Se separaron, pues Mohamed quería acercarse a visitar a su anciana tía que vivía sola. Lo hizo andando, pero al llegar al callejón en el que ella residía, fué atacado por media docena de encapuchados armados con palos y cadenas. Quedó tendido en el suelo, ensangrentado y sin conocimiento.

La detective García inició sus pesquisas manteniendo conversaciones amables con el servicio de la Martínez-Hornimans. Después pidió entrevistarse de nuevo con el marido y también con los hijos en espera de encontrar las claves de lo que ya se perfilaba como una nueva sospecha más que fundada. Al terminar la jornada ya había resuelto el caso.

En el hospital relató a su compañero, Mohamed Cid, cómo la buena señora se había buscado su propio fin frecuentando ambientes poco recomendables. Una historia salpicada de corrupción, drogas y sexo desenfrenado. Algo que el detective no sabremos nunca si llegó a escuchar.


SEUDONIMO:LOSCAR

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