ME CAGO EN TU PECHO. - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"


ME CAGO EN TU PECHO.

Tenía el peinado de Lennon, a principios de los sesenta, cuando era un niño bueno y no le sangraban las letras a borbotones del corazón. Atractivo, sí, no en sus mejores días y después de sus peores noches pero atractivo; de postura erecta, hombros erguidos y pecho afuera buscando atrapar el aire a través del esternón. Educado, algo dejado pero con modales, actitud de vendedor
dispuesto a regalarte los oídos con humo. Humo que escapaba de su nariz tras la última antes de atravesar la puerta, calada nerviosa, inquieta, quizá angustiada. La celeridad de sus últimos gestos delataba el inminente asedio de inquisitoriales entonces.
Entonces, tienes un proyecto empresarial? No, por favor, Dios me libre; entonces, estás trabajando en la construcción? No, bueno, quizás este intentando construir mi vida pero no creo que me interrogases en tan metafóricos términos.Entonces? Entonces me gustan las furgonetas al igual que disfruto ante tu incredulidad hacia mis preferencia. Soy paciente. Adora el espacio, la amplitud. No, y la sorna de tu mirada no me hace dubitar. Yo no soy como ellos, un debiera más en el mundo. No pretendo fingir. O peor, aspirar a ir siempre dos pasos por delante de lo normal, en la vanguardia de la normalidad, el edil que el normal envidia, el envidiado. Lo normal me aburre. Qué cojones, lo normal no existe, se pudre al tocarlo, se derrite. No tiene materia que lo sustente es solo forma y formalismos. Protocolos, estrategias, aprendizajes, proferencias que se repiten, espacios comunes, palabras recurrentes, expresiones neutrales, conceptos políticamente correctos, oficiales, compartidos, reproducidos e impuestos. Normal es norma, exclusión, grilletes candentes que estrangulan la personalidad, normal es jaula colectiva. Yo no veo nada de normal en tus argumentos, en tu expresión pedante de: “ya vendrás y me dirás”, en tu cabeza ladeada con reminiscencias de: “ya te lo dije y el no serás el primero que vuelve”. Me cago en tu pecho y en tu esternón crecido buscando atrapar el aire.ICONOCLASTA. Esa palabras sí me gusta, esa sí, esa me alegra la mañana, me traduce lo que me rodea. Una nube de creencias y supuestos que revolotean y se fecundan al tic tac de la historia; continuamente. Que necesitan ser derribados. Y fuera, solo veo una maraña de zombis envidiosos “encanvernados” en un yo ideal que les es extraño, que no les pertenece. Y se creen libres, y se creen  normales, pues que crean. Que crean que conseguirán ser felices siguiendo el manual de los cien pasos para ser normal, pero que a mi no me molesten, yo me bajo, no comparto, me salgo de este absurdo puzle de piezas erróneas. Seguiré buscando el sendero, el mío, dónde encontrar un rincón soleado, bucólico, bajo pinos de Alepo y  golpeado por la brisa marina con aromas de salitre. Un rinconcito donde aparcar mi furgoneta, sí la que tu me vendiste, y seguir versando sobre ti, señor normal.


Sion Capçana

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