SIN PRISA Y SIN PAUSA - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"
SIN PRISA Y SIN PAUSA
Llegó corriendo, la lluvia había abandonado, sus cabellos, cortos, color marrón, sin perder un momento, se fue sacando, de prisa la ropa, y dejándola, en el suelo, como un reguero
de río, acompasado; con el control prendió su equipo y una música suave ,lenta, armoniosa, llenó todo el espacio de su gran departamento..abrió el grifo, esperó unos segundos y el agua caliente, de la ducha, ya estaba a punto; su imagen se envolvió en la neblina, del agua en sus cabellos, tenía esa extraña sensación, de que alguien más había en el departamento...no, no hay nadie, se dijo, ya que la llave solo la poseo yo, pensó, un tanto intranquila, por las supuestas tentaciones, que tiene a veces, la paranoia normal, que manejamos inconscientemente, día a día...con respecto al cuidado, nuestro, y en este caso de ella; terminó de ducharse, seco rápidamente el cabello, los hombros, los senos, su piel suave como lentejuelas ahumadas y se vistió ya, para morir, si para morir, aun cuando ella, no se enteró, jamás de su muerte, por el silencio del grito que tapó tan bella música, que inundaba ,ahora más alta, siempre...su departamento.
¿Cuántas mujeres mueren por día en manos de un psicópata?
Lidia-la escriba
Llegó corriendo, la lluvia había abandonado, sus cabellos, cortos, color marrón, sin perder un momento, se fue sacando, de prisa la ropa, y dejándola, en el suelo, como un reguero
de río, acompasado; con el control prendió su equipo y una música suave ,lenta, armoniosa, llenó todo el espacio de su gran departamento..abrió el grifo, esperó unos segundos y el agua caliente, de la ducha, ya estaba a punto; su imagen se envolvió en la neblina, del agua en sus cabellos, tenía esa extraña sensación, de que alguien más había en el departamento...no, no hay nadie, se dijo, ya que la llave solo la poseo yo, pensó, un tanto intranquila, por las supuestas tentaciones, que tiene a veces, la paranoia normal, que manejamos inconscientemente, día a día...con respecto al cuidado, nuestro, y en este caso de ella; terminó de ducharse, seco rápidamente el cabello, los hombros, los senos, su piel suave como lentejuelas ahumadas y se vistió ya, para morir, si para morir, aun cuando ella, no se enteró, jamás de su muerte, por el silencio del grito que tapó tan bella música, que inundaba ,ahora más alta, siempre...su departamento. ¿Cuántas mujeres mueren por día en manos de un psicópata?
Lidia-la escriba
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