MARIPOSA CAPTURADA - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"


MARIPOSA CAPTURADA 
RO MIERLING

Cintia había llegado a la fiesta hace una media hora y aún no encontraba a sus amigas. Tenía 15 años, pero aparentaba menos: era bajita, tenía la cintura fina, cabello largo y negro, ojos verdes y una
boca pequeña. Miró de un lado para otro y no vio a sus amigas, pero reparó en el hombre que miraba hacia el suelo y que parecía buscar algo desesperadamente. Cintia se acercó y preguntó:
—¿Necesita ayuda, señor?
—No, mi niña, yo me las arreglo solo —dijo el hombre.
Cintia se alejó un poco, pero percibió que el hombre apoyaba la cabeza en las manos y parecía llorar.
Volvió e insistió.
—¿De verdad no quiere ayuda?
Levantó la mirada y dijo:
—Perdí mi caja de remedios y sin ellos lo puedo pasar mal en cualquier momento.
A Cintia le extrañó la respuesta, pues el hombre parecía grande y fuerte, a pesar de estar sentado con la cara llorosa. Pero como ya se había ofrecido a ayudar, no podía volver atrás.
—Intentaré ayudarle. ¿Dónde la perdió?
—Creo que fue cuando me senté aquí, ya no tenía más la caja de remedios en el bolsillo —dijo el hombre.
—¿De dónde venía?
—De mi auto. ¿Será que se cayó por allá?
—Sí, puede ser, vamos y le ayudo —dijo Cintia.
El hombre se levantó, medio encorvado, y anduvo lentamente al lado de Cintia, dejando atrás, en el suelo, su algodón de azúcar.
Después de caminar hasta el estacionamiento del parque donde se estaba realizando la fiesta, Esteban se acercó a su camioneta, acompañado de Cintia que intentaba encontrar la caja de remedios en el suelo. Cuando ya estuvo junto al auto, Esteban sacó la llave, abrió la puerta y, fingiendo buscar algo en el suelo de la camioneta, tomó un líquido transparente y derramó un poco en un pañuelo con rapidez.
—¿Encontró el remedio? —preguntó Cintia.
Esteban se dio vuelta lentamente y, acercándose a Cintia con una mano escondida tras su espalda, le dijo:
—Sí, mira.
Ella se acercó y Esteban miró rápidamente a los lados, asegurándose de que no vinera nadie, y le tapó la boca a la niña con el pañuelo. En menos de un minuto, la muchacha ya estaba desmayada y sentada en el asiento trasero de la camioneta. Desde ese día en adelante, nadie más vio a Cintia con vida.
Horas después, Cintia despertó dentro de un agujero frío y oscuro. Gritó, se desesperó, lloró. Pero, nada podría salvarla de todo el sufrimiento que estaba por venir. Durante 5 días, Esteban la violó de todas las formas que pudo. Eran días enteros, donde él la violaba varias veces, haciendo que la niña se desmayara de dolor. Él le tiraba agua en la cara y comenzaba todo de nuevo. Pero Cintia era débil, pequeña y, al final del quinto día, murió mientras Esteban se estaba satisfaciendo sobre ella. Cuando terminó y se curvó para darle un beso, percibió que ya no respiraba.

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