UN SEGUNDO Y TRES DÉCIMAS - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"


UN SEGUNDO Y TRES DÉCIMAS

Escuchó la detonación con toda nitidez. Alta y clara. ¡Bang! La bala ya estaba en camino. Todas sonaban igual, aunque su eco parecía apagado y muy alejado. ¿Dónde me alcanzará el impacto? —pensó. Maldita sea la niebla de esta ciudad; maldito su frío y
maldita su humedad. ¿Morir solo en plena noche? ¿Qué más da? Pronto será siempre de noche.

Su nueva gabardina ocre quedaría rasgada en seguida; manchada de sangre y barro ¿Y qué? Aquel tipo iba en serio. —¡Cerdo, espero que te pesquen cuanto antes!—, masculló entre dientes. ¿O tal vez sería su sombrero el agujereado? Era un sombrero común, de ala, muy bonito, cientos de tipos usaban un sombrero como aquél.

El tiro en la cabeza era más rápido; más eficaz, aunque no, mejor que no. Le destrozaría la cara y su mujer quedaría muy impresionada al verlo. “¿Pero qué dices estúpido? Tu mujer se largó hace meses con un tipo de esos con trabajo hasta las ocho de la tarde y fines de semana libres. Ella no va a venir, lo sabes; no va a venir….”

Contuvo la respiración y tensó sus músculos “¿Dolerá un balazo? dicen que no. Nunca pregunté a los tipos a los que liquidé personalmente, mas pronto lo sabré. Ni siquiera he visto el fogonazo del disparo, tan sólo escuché su miserable ruido. Su silbido asesino suena en la quietud y desgarra el aire. Sé que está llegando.”

“Hola, ¿quién eres?”

“No importa mi nombre. Tú me conoces. Ya me has visto antes. Ahora ven conmigo”.

“¿Y si me muevo rápido? Quizá aún tenga tiempo de esquivarla”.

“No seas iluso. Sabes muy bien que un cartucho del 9 corre mucho más que un detective cincuentón y barrigudo. Ni lo intentes. Mejor mírame de frente. Ten dignidad”.

“El bulevar luce precioso esta noche, pero el frío es insoportable”.

“Dentro de poco ya no lo sentirás. Mira cómo se besan eson tórtolos. Saldrán corriendo en seguida; muertos de miedo. Dirán que no vieron ni oyeron nada, como todos. Nadie quiere problemas”.

“¿Sabes? no es cierto que pase toda tu vida por delante un segundo antes de morir; se trata de otra mentira más de la gente. Sólo se siente miedo. Ya está aquí. Si pudiera tomar una copa más, la última copa…”
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—Dios mío nena, el tipo no respira. Tenemos que hacer algo. Se está desangrando. Llamemos a un médico.
¬—¿Estás loco o qué? No quiero jaleos. Mi marido piensa que estoy en casa de mi madre.
—Está bien, cariño, larguémonos. Dentro de nada algún poli vendrá a husmear y hará preguntas. Este pobre diablo ya está muerto y sólo nos puede traer líos.
Seudónimo: Sangenjo
 

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