MONSTER 821 - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"

MONSTER 821
 por Orde Caos




Allí estaba... Muerta...
Otra vez, de nuevo el maldito déjàvu de la guadaña llamando a las indolentes puertas de mi podrido corazón. "Es culpa tuya, es culpa tuya, es cul..." Puedo repetírmelo una y mil veces pero la sangre no va a volver a entrar en su precioso cuerpo. Intento bloquear los flashbacks que acuden a mi como flechas de ácido jurídico. Yo
firmando mi sentencia de muerte como agente encubierto. Ella firmando los papeles del matrimonio. Yo disparando a bocajarro en la calle de la Oliva de Pontevedra. Ella untándome las cicatrices con aceite de Oliva en Ponferrada. Yo destapando la cara en un juicio. Ella destapando juiciosamente cada una de mis máscaras...
Nunca debí acercarla a mi. Debería estar usando su cerebro para educar niños desde las nueve de la mañana de los lunes, en vez de usarlo como gotelé en las paredes de mi cocina un viernes por la noche. Mi alma se despega de mi piel poco a poco, lo noto, veo perfectamente la boca del oscuro tobogán hacia el infierno por el que empieza a zambullirse. Lo que queda de mi en esta cocina es un saco vacío hecho de cuero pálido y mal zurcido en los pliegues arteriales, unas carreteras por las que ya solo se transporta carbón.
Sé perfectamente lo que debo hacer ahora, llamar a la central, ponerme los guantes y esperar pacientemente procurando evitar en la medida de lo posible contaminarla escena del crimen. Al menos eso es lo que debería hacer. Saco el móvil del trabajo del tarro de arroz falso de la cocina y le dejo un mensaje al sargento.
<Mi casa, ya>
Luego voy a la habitación y cojo mi arma reglamentaria y las llaves de la moto.
Lo que ocurrea partir de este momento es una debacle onírica sin sentido. Vuelco un gramo de coca sobre el oscuro tanque de la monster 821, esnifo con los dos agujeros y luego lamo los restos. Para tragarlo me bajo media botella de whisky que he arrancado del mueble bar antes de salir por la puerta y estampo los restos contra la pared del garaje. Apenas le doy tiempo de abrirse a la puerta que me separa de la calle, la máquina tiene la mandíbula más apretada que yo. Los contornos de mi visión se nublan y se entremezclan con la oscuridad de la noche y las luces de los coches y los semáforos que dejo atrás.
Aunque voy sin casco apenas si puedo oír la sinfonía de bocinas y sirenas que me rodean, mi cuerpo está en la carretera pero mi mente ya está dentro del local del jefe de mi identidad falsa.
El chirrido de mis ruedas al derrapar se une al de los coches patrulla. Oigo un megáfono a mi espalda... Le pego una patada a la puerta... la música me envuelve... salen armas de calzoncillos... salen balas... Mato a uno, a dos... a diez...
Después noto las frías bolas de metal atravesándome... una... dos...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Alexandra Ortiz "La monicha", por mariana - Carmona XXX Concurso Nacional de Cante Flamenco

Carmona: Nevada 10 de Enero de 2.010

Flamenco: Mari Nieves Sanchez “Nieves Itoly”, por Polo Carmona XXXI Concurso Nacional de Cante Flamenco