Micaela - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"


Micaela

Parece ser que cuando todos ya habían abandonado la casa siniestra: a Micaela se le olvidaron algunas cosas y así, que lo recordó –a la mujer de Malandrín-, se le ocurrió ir a la antigua casa para recoger el cedazo de cernir la harina para hacer el pan y las trébedes; así se lo comunicó a su marido y a pesar de advertirle éste que no debía volver por allí; ella insistió tanto hasta obtener el consentimiento de su esposo y fue a recoger ambas cosas, que le eran tan necesarias en su cocina.
Cuando llegó a la cocina de la antigua casa, vio el cedazo colgado de un clavo en la fachada de la pared, por encima del fregadero; fue a cogerlo, pero éste se descolgó sólo y empezó a flotar en el aire.
Algo inexistente, como un hálito de sombra la sorprendió y muy quedo le dijo: déjalo, que yo te lo llevo y lo vuelvo a colgar en tu nueva cocina...
Ella salió a escape corriendo y el cedazo iba detrás de ella al mismo paso, rodandoa su lado, pero sin que lo llevase nadie.                                                                       

Por supuesto que ya ni se acordó de los trébedes.
Micaela, no podía creerlo, cuánto más ella corría, más rápido se movía el cedazo, como queriendo alcanzarla.
Antes de llegar Micaela a donde estaban sus hijas y su marido parados esperando; los mulos se volvieron espantados, rociando todo lo que llevaban encima, por las calles del pueblo y hasta el burro mohíno, con la carreta salió corriendo calle abajo destrozando el carromato contra las paredes de las casas vecinas.
Esta familia, después de ser visitadas por el  médico aquella misma tarde y después de una reunión que celebraron el Médico, el Cura, el Farmacéutico, el Notario y el rico del pueblo, con el Alcalde (presidiendo el acto), acordaron que durmiesen en los calabozos del municipio, claro está a puertas abiertas y con el Alguacil, como vigilante toda la noche, para que no entrase, ni un sólo fantasma; al menos eso creían ellos porque nada más se hubieron acostados, uno a uno fueron a parar  a la plaza del pueblo en sus propios colchones, rodeando la fuente central de la plaza.

Tanta vergüenza pasó Malandrín, que estuvo a un palmo de perder el juicio, y en voz alta gritaba, mirando a todas partes... ¿pero qué es lo que quieres tío, para dejarnos en paz..?, y no fue crédulo al oír: "pídeme dineros -por todo el pueblo- para ofrecer en manda 5 misas a la Virgen de la Candelaria".

Después de haber cumplido tal manda..., toda la familia volvió en paz a la casa del fantasma, sin que desde entonces, haya habido ningún contratiempo que mencionar...

Mofran

Comentarios

Entradas populares de este blog

Alexandra Ortiz "La monicha", por mariana - Carmona XXX Concurso Nacional de Cante Flamenco

Carmona: Nevada 10 de Enero de 2.010

Flamenco: Mari Nieves Sanchez “Nieves Itoly”, por Polo Carmona XXXI Concurso Nacional de Cante Flamenco