Junto a la cama - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"

 “Junto a la cama”

    Pasaban algunos minutos de media noche, y en aquel viejo y húmedo hotel Flowsteim la
policía había entrado en la habitación 107, abierto la puerta por la fuerza y colocado la cinta amarilla.
     El sargento McMilley había ordenado colocar uno de sus
agentes junto a la entrada, aunque solamente fuera para vigilar el acceso mientras la unidad científica buscaba en el interior algún indicio sobre el origen de un gran charco de sangre sobre la moqueta junto a la cama.
    Mientras, desde el otro lado de la puerta que daba a las escaleras de emergencia, alguien
con botas de piel y gafas de sol contemplaba la escena a través de una pequeña ventana.
    —Dudo que la víctima pudiera ir muy lejos — observó un de los científicos, un joven el cual parecía ser su segundo o tercer caso de su carrera.
    —En efecto, a no ser que se tratara de alguien robusto o que no fuera la suya — contestó su compañera, una oficial pelirroja de piel blanca como las cortinas de aquella habitación.
    Durante los siguientes diez minutos la pareja estuvo dando varias versiones de lo que podría haber ocurrido. Cuando ya había tomado las suficientes fotografías y muestras para
tener entretenidos a los del laboratorio durante todo el fin de semana, guardaron todo su
equipo meticulosamente tal como hacían los recién graduados de la academia criminológica de Manhattan.
    Cuando llegaron al vestíbulo principal del hotel, la joven oficial se excusó un instante, y a
medio camino de los servicios, creyó oír como la puerta del almacén se abría y cerraba violentamente. Fue hacía allí, pues en un lugar como aquel a esas horas pensó que nada malo podría ocurrir.
    Al comprobar que debió ser el viento el responsable de aquel ruido (y el descuido del servicio de limpieza al no cerrar correctamente la puerta al terminar el último turno) dio media vuelta, cuando descubrió que en la moqueta beige del pasillo había un renglón de algo parecido a mermelada de frambuesa coagulada.
Se agachó, sacó algo parecido a un bastoncillo de algodón y, cuando se disponía a tomar
muestras de aquella extraña sustancia, vio como caían junto a ella unas gafas de sol de marca, para acto seguido notar un gran peso sobre sus espaldas. Sin poder darse la vuelta, la pelirroja intentó quitarse de encima sin éxito lo que fuera que era eso.
    Los compañeros de equipo ya llevaban minutos esperando impacientes junto a la entrada del hotel, cuando de repente escucharon un grito de pánico del piso superior. No llegaron más allá de la mitad de las escaleras, ya que al girar, pudieron ver el cuerpo inerte de su compañera, boca arriba y con los ojos completamente abiertos. Tan solo tuvieron tiempo de mirarse los unos a los otros cuando apareció ante ellos la figura de alguien en gabardina y pistola en mano disparando las tres últimas balas que le quedaban en la recámara.



Joj

Comentarios

Entradas populares de este blog

Alexandra Ortiz "La monicha", por mariana - Carmona XXX Concurso Nacional de Cante Flamenco

Carmona: Nevada 10 de Enero de 2.010

Flamenco: Mari Nieves Sanchez “Nieves Itoly”, por Polo Carmona XXXI Concurso Nacional de Cante Flamenco