Bajo un cielo desértico - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"

Bajo un cielo desértico
por Henry Lazard
 

La palabra nos salva de la tristeza
de no saber qué decir.
Juan Cruz


Un tipo común entrega su cartera a un vagabundo que se gana la vida vendiendo estampitas de la Santa Muerte en Ciudad de México. El tipo parece decirle algo al vagabundo, pero en Ciudad de México el aire es ruido. Todo es ruido. Llueve, un extraño diluvio, como si un sicario te arrancara la piel a tiras, la cocinara con saliva, la engullera, y, finalmente, vomitara sobre tu cara. Junto al vagabundo que anota sin atisbo de poesía el número 4533 en la cara palmar de su mano izquierda, hay un niño de diez años gritando papá. Hay dos cosas invisibles en Ciudad de México: los ángeles y los vagabundos. Puede que haya una tercera. Los tipos comunes que se mueven en el espacio-tiempo dentro de coches comunes y secuestran a gente común.
No puede decirse que los maleteros de los malos estén sucios. Que falta aire y esperanza y un poco de música, eso sí puede decirse, como también puede uno aullar a una luna con forma de bala, y disparar entre lágrimas que los malos tienen machetes muy afilados, de esos que cortan estrellas.
El tipo tenía claro que los cuellos de los fulanos que aparecían en la lista eran más blandos que las estrellas. Esas tonterías que le vienen a uno a la cabeza cuando lo meten en un maletero y le dicen que el único mexicano bueno que existe vive fuera de México, concretamente fuera del mundo. Mencionan a Pancho Villa e inventan chistes sobre bigotes que arden. Añaden entre carcajadas, que suenan como relámpagos que explotan en los retretes del metro, que agradecen la buena caligrafía de la lista, pero el sentido común les obliga a incumplir lo acordado (prefieren cagarse en los pantalones la noche de boda antes que dejar cabos sueltos que otros puedan atar). Con los niños usamos cañón, los machetes para los putos, indica un hombre sin alma mientras rocía el maletero de gasolina.
Reza, piensa que los esbirros de Manuel González, el Guillotina, son buena gente, pero no lo saben. Creo en Dios, se dice. Tiene la intuición divina de que los vagabundos son ángeles, imposibles de rastrear. Llora como un niño. Abre el jodido maletero. El desierto de Sonora es insonoro. Piensa en todas las cosas sin sonido del mundo y se ve reflejado en los ojos de su hijo, que desaparece en la lejanía como uno de esos sueños maravillosos que nos abandona al lavarnos la cara.

Un niño de diez años cruza la frontera mexicana hacia Estados Unidos de la mano de un vagabundo. El vagabundo viste como un ciudadano común, así que nadie, salvo nosotros, sabe que es un vagabundo que cruza la frontera mexicana. El niño le dice que no piensa ganarse la vida vendiendo estampitas de la Santa Muerte. El vagabundo guiña un ojo. El niño le dice que nunca había visto a un tuerto guiñar un ojo. El vagabundo le dice que los tuertos traen buena suerte. Los jorobados, señor, corrige el niño.



*Nota:
El secuestro en México ha mostrado un incremento notable que cada día afecta a más familias, sin importar su condición económica. Se puede afirmar que este delito afecta a todo tipo de ciudadanos, ante la gran impunidad que los delincuentes viven por falta de una investigación profesional por parte de las autoridades.
Durante el año 2013 se registraron 74 casos cada 24 horas. En el 2014 la cifra se incrementó a 88 casos al día. Durante el 2015 esta cifra se ha mantenido. Conforme se incrementó la actividad del secuestrador, también la violencia contra sus víctimas. 75% de los casos, se ha encontrado participación directa de policías federales. Mientras que en  2008 se ejecutaban a 3 de cada 10 víctimas, actualmente se ejecutan a 6 de cada 10.
Se han creado cárteles de policías secuestradores, por ejemplo, El Cártel de la Charola que está integrado por mas de 6.500 policías, con influencia en todo el país. Ante la participación de policías, las víctimas prefieren no denunciar y se puede asegurar que, sólo se denuncia 1 de cada 43 secuestros, situación que genera impunidad para los secuestradores y permite su libre operación.
Fuente consultada: Consejo para la Ley y los Derechos Humanos, A.C.  {www.mexicodenuncia.org}

Comentarios

Entradas populares de este blog

Alexandra Ortiz "La monicha", por mariana - Carmona XXX Concurso Nacional de Cante Flamenco

Carmona: Nevada 10 de Enero de 2.010

Flamenco: Mari Nieves Sanchez “Nieves Itoly”, por Polo Carmona XXXI Concurso Nacional de Cante Flamenco