PELÍCULAS VIOLENTAS - I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"

PELÍCULAS VIOLENTAS
por
(Dangerous old woman)

Siempre le advertí de los muchos peligros que acarreaba ser Policía. No porque fuera adivina mi nada parecido; pero había visto muchas películas y sabía que en el mismo instante en el que mi hijo se metiera con el crimen organizado correría un gran riesgo. Pero nunca me hizo caso, excepto cuando le aconsejé que enviara al pueblo a su mujer y a la niña hasta que todo terminara y mientras viniera a vivir conmigo.
 
Pensaba que me preocupaba demasiado.
 
La primera vez fue hace diez días. Un tipo se hacía pasar por vendedor de libros. Me hice la sorda –se me da muy bien- y se confió. Le hice pasar y cuando creyó que no le oía, habló  por teléfono y lo supe todo. Venía a por él. Cuando supo que no estaba, lo acompañé amablemente hasta su coche y una vez estuvo dentro, de un solo golpe le abrí la cabeza con mi mejor sartén que llevaba en las manos… como distraída. Luego puse punto muerto y dejé que el coche rodara hasta estrellarse contra el tranvía. Un trágico accidente… dijo la prensa. 
 
Tres días más tarde vino una chica que parecía una prostituta. Lo mismo. Sorda otra vez. Pensando que no la oía, lo maldijo y murmuró insultos. La invité a café y aceptó. Un café muy especial, que haría que varias horas más tarde le reventaran las tripas. ¡Ya se encargarían ellos de hacerla desaparecer!
 
El miércoles se repitió la historia… Llegó un viejo muy amable. Nada más verle supe a lo que venía, sobre todo porque llevaba un revólver oculto bajo su chaqueta. Esta vez no era sorda. Me apetecía hablar con él. Un rato después le ofrecí mi café especial. Dijo que era muy bueno. Pensé que no podía imaginar cuánto… Me dio un poco de pena imaginar al viejo retorciéndose de dolor hasta morir donde quiera que se encontrase llegado el momento.
 
Ayer mismo, cuando temía que comenzaran a sospechar de mí al comprobar que todos los que pasaban por aquí caían como moscas, llegó otro. Este venía preparado pero yo también lo estaba. Se colocó frente a la casa para vigilar la llegada de mi hijo, dentro de un camión de venta ambulante de hamburguesas y perritos. Me acerqué hasta su puesto para pedirle dos hamburguesas y le expliqué que una de ellas era para mi hijo que estaba al llegar. Entonces sonrió. Antes de pagarle las hamburguesas le pregunté si el billete del suelo era suyo y se inclinó hacia afuera. Aproveché para soltar el enganche de la puerta y ésta cayó aplastándole el cráneo, mientras su barriga se asaba en la plancha.
 
Parecía que había cerrado el puesto antes de la hora.
 
A la hora de comer, como siempre, llegó mi hijo. Le encantan las hamburguesas y como me quiere tanto, también le encanta aconsejarme que a mis casi noventa años no debería ver películas tan violentas. 
 
Y yo le contesto que tiene razón…

***FIN***

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