La nota de un asesino I Concurso de microrrelatos "La cruz del Negro"

La nota de un asesino.   
Por: YAKSHAL.


El secuestrador comenzó de manera paulatina a mandar solo mensajes desde diferentes móviles, los cuales eran desechados en el momento del envío, según los peritos los mensajes eran enviados desde la región metropolitana pero desde diferentes lados de la cuidad; de preferencia los márgenes de aquella y el centro. Sin lugar a dudas este sujeto en algún momento cometería un pequeño error, el cual lo delataría y daría pie a su detención, esto es lo que piensa Alejandro y motivado por aquello comienza una investigación paralela para averiguar supuestas denuncias de robo de los celulares ocupados o la compra de aquellos. Pero un día a las seis de la mañana sin previo aviso, Alejandro recibió una llamada de secuestrador  el cual daría fin a este entuerto, la llamada jamás fue cortada y se logró identificar el lugar. Al llegar, todo era calmo, la casa en cuestión estaba desprovista de algún seguro en sus puertas, no hubo problema al entrar, una pequeña puerta daba a un subterráneo, algo de baja altura como un medio piso, en él había una máquina de helados totalmente ensangrentada y francisco apoyado en un muro con sus manos en el interior de su estómago como si algo quisiera arrancar de él; bañado en sangre y junto una nota que decía:

Quiero que sepas la verdad; si la rapte y asesine, disfrute cada semana, día, hora y segundo, cada corte, cada gota de sangre, cada sonido y cada grito; Cuando trataba de resistirse al principio, todo me excitaba, todo ese ajetreo, tirones y hasta los golpes que recibí me enloquecían. Después de dejarla inconsciente, miraba su cuerpo, sus reacciones y los movimientos de aquella, quien sabe cómo funcionaban y reaccionaban con ciertas cosas; pero enloquecí cuando despertó y trato de alejarse, le rompí la cabeza con un palo mientras ella gritaba desesperadamente, se agitaba y arrastraba, le quebré unas costillas, los dedos y las muñecas, el sonido fue perfecto de aquellos huesos quebrándose, su dolor y espanto me enloquecían y sentía una euforia desconocida, la apuñale varias veces y su cálida sangre caía en mi cara, brazos y pecho, acariciando todo mi cuerpo con su tibia y pulcra vida.

Corte su pierna y dejo de moverse pero su sangre a mares salía por todos los orificios que yo le había regalado.

Su carne abierta y viva ataría a mi rostro que revolcaba en su media pierna y ahogándome en su olor. Su tibieza desaparecía y yo no podía parar. ¿Dónde encontrar esa excelente tibieza? ….Quedaba otra, Dentro de mí, que me llamaba fuertemente… El dolor de encontrar la tibia vida se desvaneció rápidamente y la tibia carne dentro de mí se escurría entre mis dedos que solo me robo la helada mañana de un día que jamás podre conocer.

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